
JUAN BAUTISTA CALZIA: Una breve historia de prepotencia, matonismo y muertes.
Hacia finales del verano de 1939, la pequeña localidad cordobesa de El Fortín, ubicada a escasos kilómetros del límite con Santa Fe, fue testigo de un hecho sangriento que quedaría en la memoria del lugar.
El día 6 de marzo del año mencionado, un auto conducido por Juan Bautista Calzia, acompañado por otros hombres, llegó durante la siesta desde la vecina Landeta, provincia de Santa Fe y, durante el resto de la tarde y entrada la noche, se paseó a los bocinazos por el pueblo. La finalidad era provocar la reacción del Comisario Juan Francisco Quiroga, quien había sucedido a Calzia en ese cargo. Viejas cuentas no resueltas había entre ambos.
El Comisario Quiroga apuraba una copa en el Hotel del pueblo cuando pasó el auto conducido por Calzia y tras algunos gritos e insultos, salió en su búsqueda.
Ya era noche. Calzia cargaba combustible en la vieja estación de servicio y hasta ahí llegó Quiroga. Se agarraron a balazos, Una bala le dio de refilón en la frente de Calzia y otras se incrustaron en la pared de la estación. Finalmente, dejaron sus armas y se trenzaron cuerpo a cuerpo, a puro sopapo. En determinado momento, Calzia le hundió un puñal a Quiroga, quien quedó tendido en el suelo, en medio de un charco de sangre. Calzia y sus acompañantes emprendieron la huida hacia Landeta.
Se dijo que uno de los secuaces de Calzia le alcanzó el cuchillo, otros, a fin de acrecentar la leyenda de macho bravo, dijeron que se lo quitó al propio Quiroga tomándolo por el filo.
El resto de la noche lo encontró al joven Dr. Alfonso Hillar, médico del pueblo, luchando por contener la hemorragia de Quiroga. Finalmente, a las 3 y 30 de la madrugada del 7 de marzo de 1939, Juan Francisco Quiroga fallece.
Este hecho fue uno de los tantos protagonizados por Juan Bautista Calzia, hijo de una familia de agricultores italianos, nacido en 1898 en Landeta, quien hizo de la prepotencia, los atropellos, el matonismo, una forma de vida. Entre otras tantas de sus “hazañas”, se cuenta la muerte de una joven embarazada, Mercedes López, a quien asesinó de un balazo para luego argumentar que estaba tirándole a las botellas de aquel boliche. Una muerte más de las tantas que se le adjudicaron.
Sus andanzas terminaron durante la década de 1940. Un domingo de invierno, Calzia, quien nuevamente era comisario, dejó a cargo de la comisaría a un efectivo policial llamado Roberto Albarracín. El milico, aburrido ya que en el pueblo nunca pasaba nada, cerró y se fue a mirar un partido de futbol. La mala suerte, para él o para Calzia, fue que coincidieron en el mismo lugar. Calzia, al ver a su subalterno, comenzó a insultarlo yéndose al humo y Albarracín, desde el bolsillo del sobretodo, le encajó un balazo. Poco le sirvió al comisario la coraza que portaba: la bala se le entró en la columna y lo dejó inválido para el resto de su vida.
Juan Baustista Calzia terminó sus días en Unquillo (Cba) y está sepultado en el cementerio de San Jorge (S.F).
LA ANÉCDOTA CON UN VARENSE:
Un vecino de la localidad de Las Varas, Antonio Tiffni, vivió una anécdota con J.B.Calzia, cuando éste le atropella un ternero, ambos se bajan de sus vehículos y Tiffni le propina un fuerte puñetazo, el temido Calzia, le dice “No te mato de un tiro porque esta noche me caso y no quiero problemas” , igualmente lo lleva a la comisaría pero al poco tiempo Tiffni quedó libre.
Pasado mucho tiempo, ya Calzia estaba inválido, pero tenía caballos de carrera, y el año 1962, se llevó a cabo una carrera de caballos en Las Varas, y Calzia asistió en su silla de ruedas, con un arma en el bolsillo. Antonio Tiffni se le acerca a saludarlo y le dice que él fue quien lo golpeó la noche de su casamiento, Calzia, recordó el incidente y en ese momento llama a sus amigos que estaban con él y les dice: “Este es el único gringo que me pegó un puñete y vivió para contarlo”.
Sin dudas una anécdota que recorrió de boca en boca en la localidad de Las Varas.

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